sábado, 8 de octubre de 2011

Mamá, ese cabrón no quiere ser mi amigo

Estos días han destacado dos noticias marcadas por el desprecio de ciertos políticos a los andaluces. Nada nuevo bajo el sol, por otra parte. Parece ser que cada vez es más cierto aquello de que a río revuelto, ganancia de pescadores, y creo que no hace falta decir quienes son los cazados en el mundo de la política, menos aún a 43 días para las generales.

Seamos sinceros; criticar a los demás da votos. Nos exime de culpa, nuestra labor es fantástica; el problema es del resto del mundo, desde la actual crisis económica provocada por los bancos estadounidenses hasta la clásica cabeza de turco de la inmigración. Ahora, y desde hace un tiempo, se lleva los andaluces. Quizás creen que además de pobres, somos gilipollas. Tampoco es que se equivoquen, pero queda feo decirlo.

Así a bote pronto recuerdo que Aznar nos llamó vagos, Ana Mato prefirió el calificativo de analfabetos, Narbona es más de reírse de nuestro acento… sigo sin entender como Andalucía es un feudo socialista, con lo que nos quieren los populares. Artur Mas,  para defender en catalán en las aulas, no se le ocurrió otra cosa que criticar la forma dehablar de andaluces y gallegos. Es evidente la relación entre una cosa y otra, ¿no la ven? Además, ¿cómo no nos van a entender si han tenido a un cordobés gobernándoles los últimos cuatro años? Durán, en su defensa de los payeses catalanes no puede obviar el hecho de que los andaluces pasan toda la jornada en el bar. Nos adoran aunque no quieran reconocerlo ¿Qué otra relación pueden tener con quién prácticamente levantó su nación? Bueno, Durán no, que es aragonés.

"Hasta con la patilla en la boca hablo mejor que un andaluz"
Tampoco olvidar otros gestos de cariño a otras autonomías como aquella campaña de ‘Apadrina un niño extremeño’ de ICV, que derrochaba superioridad y prepotencia por los cuatro costados. Eso sí, luego los sectores más catalanistas se la pasan quejándose de que España no le quiere, que existe mucha ‘catalanofobia’ y que los españolitos no queremos ser sus amigos. Sinceramente, no consigo entender el porqué no son los más queridos del colegio.

Todo esto me ha recordado a unas declaraciones del pasado julio del ya ex embajador israelí, Raphael Schutz, lamentando el odio y antisemitismo que hay contra su pueblo. No veo tal odio contra los judíos, sino más bien contra el Estado israelí; ahora, si quieren usar a sus ciudadanos como escudo… eso es ya otra cosa. Entiendo que este diplomático esté acostumbrado a que la mayoría de naciones pasen por alto que su país se salte a la torera prácticamente cualquier norma internacional (no sé, que te digo yo, atacar a una barcaza humanitaria en aguas internacionales asesinando a una decena de personas, por ejemplo) o cometa todos los crímenes que quiera con casi toda impunidad. Todos sabemos cómo funciona la política, las alianzas, quien pone la pasta en la ONU y demás puteríos. Hasta ahí se puede entender, pero amigo, ni por un momento pienses que el resto de la humanidad os va a lamer el culo. Si quieres que los niños jueguen contigo, no seas un mierda*, hombre (* si pregunta Del Olmo, va por la quinta acepción del DRAE, como Pérez-Reverte).

Luego están los americanos, que después de bombardear medio mundo, eliminar a cientos de miles de escudos humanos del enemigo interplanetario de turno, destruir poblaciones enteras,... siguen sin saber porqué tienen tan mala imagen en Oriente Próximo, Medio y el de Far, Far, Away. ¿Alguien les da una pista?

Ejemplos como estos habrá mil, lo que agranda aún más el nivel de estupidez humana. Nadie está obligado a ser ‘políticamente correcto’, faltaría más, aunque en el mundo de la política debería ser norma general. De todas formas, si no lo eres no seas tan imbécil de exigir después vivas y vítores, alma cándida.

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