sábado, 27 de agosto de 2011

Malaprensa Jr: ¿Ingresos o beneficios?

Si un producto que me cuesta 4€ lo vendo a 7€, ¿cuál es mi beneficio? Una persona normal diría que el beneficio es el resultado del ingreso menos los costes, en este caso, 3€. Una persona del JMJ, te dirá que bacalá, que los beneficios son los 7€. Al menos eso es lo que parece después de analizar las estimaciones de la visita del Papa que publican algunos diarios, en los que se da una cifra de 160 millones de beneficios por dichas jornadas. En dicho artículo, se hace un desglose de los diferentes puntos donde se ha producido semejantes datos; un ejemplo es el siguiente.

En referencia a los desayunos, se han repartido en centros de acogida de peregrinos un total de 1.700.000 'packs' a 1,65 euros, por lo que se han registrado ganancias de 2,8 millones de euros”

Efectivamente, el resultado es 2,8 millones. Pero el error es calificarlo de beneficio, cuando en realidad son ingresos. ¿O acaso los productos del desayuno les han salido gratis a esos centros de acogida? ¿Han aparecido por divina providencia? ¿Venden ectoplasma como desayuno?

Acerca de los tickets-descuento que daban para la comida en ciertos locales, comienzan hablando de 22,5 millones de beneficios. Tres párrafos después se convierten en ingresos. Todo esto lo dice el presidente de la Cámara de Comercio de Madrid y de la Confederación de Empresarios de Madrid (CEIM), quien podemos presuponer que nunca ha llevado las cuentas de una empresa o ya habría quebrado.

Parece evidente que no tienen un conocimiento mínimo de economía (lo que da mucha tranquilidad en estos momentos) ¿En serio nos tenemos que fiar de estos datos? Pues hay gente que se empeña en agarrarse a esta noticia como prueba irrefutable de lo beneficioso de la visita de Ratzinger, haciendo además hincapié en la multitud de medios diversos que lo han publicado como ejemplo de pluralidad, cuando en realidad, todos provienen de una nota de prensa de Europa Press. Es decir, una única fuente, aunque lo publiquen 400 medios.

A pesar de haberse cedido centenares de colegios, polideportivos y plazas de toros, afirman que se han duplicado las plazas ocupadas en hoteles; a pesar de poder usar el transporte público prácticamente gratis, defienden a muerte que han dejado millones en este sector. Haciendo las cuentas de esta forma, no me extraña que lo afirmen. Otra cosa es que tengan razón.

viernes, 19 de agosto de 2011

Harto

Harto. Harto de fanatismos que nublan la visión de la realidad. Harto de la intolerancia que se hace dueña de la sociedad a pasos agigantados. Harto de los abusos de poder que ni nos sorprenden de tan acostumbrados que estamos. Harto de que los políticos hayan vaciado de contenido la palabra ‘democracia’. Harto de ver la represión todos los días de cien formas distintas y siempre a cargo de los mismos, por mucho que cambien de careta. Harto de la estupidez que ondea en la mente de muchos. Harto de quién cambia de parecer según sople el viento. Harto de la manipulación de quienes deberían destaparlas. Harto de la demagogia de los oradores. Harto de la hipocresía de en quién recae las esperanzas de unos pobres ilusos. Harto de que el diablo esconda su cola en una túnica y disfrace su tridente con un aura de falsa bondad. Harto de quienes pretenden (y consiguen) reventar buenas ideas. Harto de seguir un camino que sólo lleva al precipicio. Harto del pasotismo de la mayoría. Harto de la gente que se cree con derecho a profanar el trabajo de los demás. Harto de quienes echan espuma por la boca cuando se lucha por un presente mejor, incluido el suyo. Harto de líderes que no son más que títeres de quien se oculta en la sombra. Harto de oír de igualdad cuando ni lo somos ni se nos trata como tal. Harto de que unos simples colores separen a colectivos. Harto de banderas y fronteras. Harto de ver como miles de personas aclamaban a un encubridor de pederastas, que no efebófilos. Harto de que nos engañen con trucos de magia y nos hagan ver una libertad donde no la hay. Harto de intentar poner luz en un futuro negro y que siempre apaguen la vela. Harto de que cada vez que me levanto me vuelvan a tumbar. Harto de corazones de piedra y cabezas de serrín.

Harto del sinsentido de esta vida. Harto de ti. Harto de mí. Harto de todos.


miércoles, 10 de agosto de 2011

Viajar es vivir

Una semana sin escribir y parece toda una eternidad. Una de las causas de esta leve ausencia ha sido una visita a tierras almerienses; posiblemente uno de los últimos findes 'Made in University', pero no voy a hablar de ello. Esos días son para los que estuvieron allí. Otra cosa es la ida y la venida.

Duración: 2 días. 
Medios de transporte: Tren y coche. 
Escalas: Málaga y Granada.
Distancia recorrida: Más de 700 km.

Más que suficiente para que uno se dé cuenta de la alegría que da viajar, siempre y cuando sea otro quien conduzca. El viaje de ida en el AVANT no fue nada en especial. Típico viaje realizado más de un centenar de veces en estos años de universidad y sin ningún famosete a la vista (a estas alturas ya he compartido vagón con Eduard Punset, José Griñán o Pablo Puyol). 


No obstante, esta vez he tenido que esperar varias horas en la estación y como la lectura de la Rolling Stone no me daba para tanto, me dediqué a mirar al personal e imaginar las historias de cada uno de aquellos desconocidos. Los nietos que corren al reencuentro de su abuela, la pareja de enamorados que se despiden hasta ellos sabrán cuando, la familia nórdica que viene a pasar sus vacaciones al sur de Europa o estos tipos uniformados que sujetan un cartel con el apellido de algún invitado a la ciudad (imagino que aún estarán buscando al señor Hydenko, que se volatilizó en el antepenúltimo tren de la semana). La vida en sí misma.

La carretera es mucho más introvertida. A pesar de estar rodeado de coches (más aún en plena retención), sólo puedes observar tu propio vehículo y el paisaje; como mucho algún loco del volante que intenta pasar por tres carriles a la vez, pero poco más. Como dije antes, el disfrute sólo es posible si tienes la libertad de no tener que prestar la debida atención a las señales de tráfico. Supongo que este debe ser el lado positivo de haber suspendido el práctico hace unas semanas. Maravillarse con la visión de 200 kilómetros de costa a la ida mientras descubrías la relación de los pueblos que recorrías: A nombres más curioso y municipio más pequeño, fortaleza o verbena más grande; por cierto, ¡AUTOVÍA PARA TORRENUEVA YA! A la vuelta me encontré con el desierto de Tabernas e impresionantes parques eólicos y solares; eso y el estadio del Loja (casi, casi a la altura del Ajax Arena, oye). 

Desierto de Tabernas
En el viaje ferroviario de vuelta, compartí compartimento (válgame la redundancia) con una pareja de jubilados vasco-gallega que iban a Bilbao y se dedicaban a viajar siempre que podían, y os aseguro que podían bastante. Prácticamente habían recorrido toda Andalucía, y ciudad que alguno de los presentes nombraba, 'También hemos estado allí' que obteníamos como respuesta de la mujer. Les envidio. Deseando estoy jubilarme para poder hacerlo yo también, y apenas acaban de llegar dos patitos a mi edad. No hay día que no rescate de mi memoria algún momento de la semana que tuve la suerte de poder pasar por Amsterdam y Bélgica hace unos meses.

Con un poco de/mucha suerte, este fin de semana podré ver por última vez a mis amigos hasta el destino dirá cuando, aunque seguro que con algunos sí será la última vez. Sólo espero no echar raíces en un único lugar y quedarme allí para siempre. Sería un tremendo error. Como dijo Robert L. Stevenson, "yo no viajo para ir a alguna parte, sino por ir. Por el hecho de viajar. La cuestión es moverse". Movámonos pues.


miércoles, 3 de agosto de 2011

Punk olímpico


Un día de 1979, en una antigua iglesia de HighBury reconvertida en los estudios Wessex, The Clash comenzó a grabar el que llegaría a convertirse en uno de los himnos del punk británico de los setenta: ‘London Calling’.

La canción toma su nombre del aviso de alarma de los informativos de la BBC durante la Segunda Guerra Mundial (“This is London calling…”). En el momento de la grabación, se encontraban sin mánager y endeudados, mientras el país vivía a diario luchas y crisis: luchas raciales, desempleo, abuso de drogas,… por no mencionar que fue el comienzo de la etapa de la ‘dama de hierro’. 

Este cántico apocalíptico, desbordamiento del Támesis incluido, que simboliza una espiral de decadencia, ha sido el himno escogido para representar los JJ.OO. de Londres 2012. Como lo oyen. O lo leen, en este caso. Parece ser que ven la imagen de deportividad, superación y esfuerzo que suele fomentar el Comité Olímpico Internacional en esta canción; no sé donde, exactamente.

The Clash, grupo que hoy día sería considerado como antisistema o perroflauta, siendo estandarte de uno de los acontecimientos más capitalistas y politizados del mundo. ¿Se imaginan a La Polla Records inaugurando Madrid 2036? No me negarán la ironía.