miércoles, 10 de agosto de 2011

Viajar es vivir

Una semana sin escribir y parece toda una eternidad. Una de las causas de esta leve ausencia ha sido una visita a tierras almerienses; posiblemente uno de los últimos findes 'Made in University', pero no voy a hablar de ello. Esos días son para los que estuvieron allí. Otra cosa es la ida y la venida.

Duración: 2 días. 
Medios de transporte: Tren y coche. 
Escalas: Málaga y Granada.
Distancia recorrida: Más de 700 km.

Más que suficiente para que uno se dé cuenta de la alegría que da viajar, siempre y cuando sea otro quien conduzca. El viaje de ida en el AVANT no fue nada en especial. Típico viaje realizado más de un centenar de veces en estos años de universidad y sin ningún famosete a la vista (a estas alturas ya he compartido vagón con Eduard Punset, José Griñán o Pablo Puyol). 


No obstante, esta vez he tenido que esperar varias horas en la estación y como la lectura de la Rolling Stone no me daba para tanto, me dediqué a mirar al personal e imaginar las historias de cada uno de aquellos desconocidos. Los nietos que corren al reencuentro de su abuela, la pareja de enamorados que se despiden hasta ellos sabrán cuando, la familia nórdica que viene a pasar sus vacaciones al sur de Europa o estos tipos uniformados que sujetan un cartel con el apellido de algún invitado a la ciudad (imagino que aún estarán buscando al señor Hydenko, que se volatilizó en el antepenúltimo tren de la semana). La vida en sí misma.

La carretera es mucho más introvertida. A pesar de estar rodeado de coches (más aún en plena retención), sólo puedes observar tu propio vehículo y el paisaje; como mucho algún loco del volante que intenta pasar por tres carriles a la vez, pero poco más. Como dije antes, el disfrute sólo es posible si tienes la libertad de no tener que prestar la debida atención a las señales de tráfico. Supongo que este debe ser el lado positivo de haber suspendido el práctico hace unas semanas. Maravillarse con la visión de 200 kilómetros de costa a la ida mientras descubrías la relación de los pueblos que recorrías: A nombres más curioso y municipio más pequeño, fortaleza o verbena más grande; por cierto, ¡AUTOVÍA PARA TORRENUEVA YA! A la vuelta me encontré con el desierto de Tabernas e impresionantes parques eólicos y solares; eso y el estadio del Loja (casi, casi a la altura del Ajax Arena, oye). 

Desierto de Tabernas
En el viaje ferroviario de vuelta, compartí compartimento (válgame la redundancia) con una pareja de jubilados vasco-gallega que iban a Bilbao y se dedicaban a viajar siempre que podían, y os aseguro que podían bastante. Prácticamente habían recorrido toda Andalucía, y ciudad que alguno de los presentes nombraba, 'También hemos estado allí' que obteníamos como respuesta de la mujer. Les envidio. Deseando estoy jubilarme para poder hacerlo yo también, y apenas acaban de llegar dos patitos a mi edad. No hay día que no rescate de mi memoria algún momento de la semana que tuve la suerte de poder pasar por Amsterdam y Bélgica hace unos meses.

Con un poco de/mucha suerte, este fin de semana podré ver por última vez a mis amigos hasta el destino dirá cuando, aunque seguro que con algunos sí será la última vez. Sólo espero no echar raíces en un único lugar y quedarme allí para siempre. Sería un tremendo error. Como dijo Robert L. Stevenson, "yo no viajo para ir a alguna parte, sino por ir. Por el hecho de viajar. La cuestión es moverse". Movámonos pues.


1 comentarios:

Javier dijo...

O, también, como bien escribió Arturo Pérez-Reverte:

Cada uno tiene sus lugares. Los que amuebla con los libros leídos, con la imaginación y con la propia vida. Sitios vinculados a recuerdos, a personas, a sueños realizados o por realizar. Algunos tenemos el privilegio -aunque por todo pagas antes o después- de que tales lugares estén repartidos por aquí y por allá, conformando un territorio extenso. A fin de cuentas, cuando a los dieciocho o veinte años renuncias a la seguridad del molusco, te echas una mochila a la espalda y empiezas a caminar, dispuesto a abonar las tarifas necesarias, esos pasos terminan llevándote, por muy torpe que seas, a algunos sitios curiosos. Te trazan un mapa vital más o menos complejo. Una biografía.